Pedro Carrasco relató que cerca de las 20 horas quedó espantado cuando el hombre en el ataúd abrió los ojos y movió los labios. "En principio no lo podía creer, cerré los ojos y los abrí para estar seguro, pero el seguía con sus ojos abierto y movía los labios. Sólo atiné a buscar un destornillador, abrí el ataúd y saqué a mi tío. Ahí lo abracé llorando", relató.
Esta espeluznante historia de muerte y vida empezó a desencadenarse en la vivienda signada con el número 085, en el pasaje Maitenrehue, detrás de la Población El Mirador, en el sector Placilla de Angol, en Chile.Renacerdeangol.com
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